Hiporexia: qué es, causas y síntomas de alerta

15 de Octubre del 2025
Con el paso del tiempo, el cuerpo de la mujer va experimentando cambios naturales, que pueden afectar la fuerza, la movilidad y la energía. Uno de los aspectos más importantes, y al que muchas veces no le prestamos atención, es la masa muscular, clave para mantener la independencia y la buena calidad de vida.

Con el paso de los años, las necesidades alimentarias van cambiando y, por lo tanto, el apetito o deseo de comer también pueden hacerlo. Pero, cuando el apetito disminuye de forma constante y sin un motivo aparente, podemos estar frente a una hiporexia. Esta, aunque muy frecuente en adultos mayores, a menudo pasa desapercibida y puede confundirse con una siempre “falta de apetito”.

Lograr reconocer la hiporexia a tiempo puede marcar una diferencia en la calidad de vida del adulto mayor. Por ello es clave entender qué es la hiporexia, sus causas y qué medidas tomar para mejorar la alimentación y el bienestar diario. 

Hiporexia, ¿qué es?

La hiporexia es una alteración del apetito que se presenta, frecuentemente, en adultos mayores. Se manifiesta como una disminución progresiva del deseo de comer, lo que puede afectar tanto a la cantidad como a la calidad de la alimentación. La hiporexia no se trata de una enfermedad propiamente dicha, sino que es un síntoma que puede tener diferentes orígenes.

Aunque en muchos casos se asume como una parte natural del proceso de envejecimiento, la hiporexia no debería pasarse por alto. Lograr identificarla y tratarla a tiempo puede evitar problemas asociados como la desnutrición, la pérdida de masa muscular y un estado general de debilidad.

Diferencias entre hiporexia y anorexia

Aunque puedan parecer similares, la hiporexia y la anorexia no son lo mismo. En la hiporexia la persona experimenta una falta de apetito parcial, la anorexia se caracteriza por la ausencia total del apetito. Normalmente se utilizan como sinónimos y es difícil distinguir entre ambos términos.

Hay que destacar que la hiporexia suele ser más frecuente en ancianos, ya que el envejecimiento puede relacionarse con una disminución en la disminución de apetito. Conocer la diferencia es esencial para poder actuar adecuadamente en cada caso. 

Principales causas de hiporexia

La pérdida de apetito en personas mayores puede deberse a múltiples factores. Muchas veces, puede ser una combinación de varios, por lo que se dificulta la identificación del origen.

  • Cambios fisiológicos relacionados con la edad: la pérdida del gusto y el olfato, alteraciones digestivas o cambios hormonales pueden hacer que la comida no resulte tan atractiva como antes.
  • Problemas de salud o enfermedades crónicas: patologías como la diabetes, el alzheimer o el cáncer, así como infecciones recurrentes, pueden disminuir el deseo de comer. Es habitual también, que ciertos medicamentos provoquen efectos secundarios que disminuyen el apetito.
  • Factores psicológicos y sociales: la soledad, el aislamiento social o la depresión tienen un impacto en la alimentación. Comer sin compañía puede hacer que ese momento del día deje de ser placentero y así evitarlo.

Señales que pueden indicar hiporexia

Detectar la hiporexia en una fase temprana es fundamental, ya que nos permite actuar y evitar consecuencias más graves, como la desnutrición o la pérdida de autonomía. Prestar atención a ciertos signos o señales puede marcar la diferencia.

  • Cambios en la conducta alimentaria: comer más lento de lo habitual, dejar comida en el plato, rechazar ciertos alimentos sin motivo aparente o evitar sentarse a la mesa a compartir una comida, pueden ser señales tempranas.
  • Pérdida de peso o debilidad sin causas aparentes: falta de energía, debilidad generalizada o una pérdida de peso sin explicación, pueden estar relacionadas directamente con una alimentación insuficiente.

Recomendaciones para estimular el apetito

La pérdida de apetito en personas mayores puede abordarse con estrategias sencillas pero efectivas, siempre que se tenga en cuenta cada persona en particular. Estimular el deseo de comer no se trata solamente de ofrecer más comida, es crear un entorno, un hábito y una actitud que favorezcan el disfrute de la alimentación.

Una intervención a tiempo puede prevenir la desnutrición, mejorar la energía diaria y favorecer un estado de ánimo  más positivo. Estas recomendaciones no sustituyen el consejo médico, pero son un punto de partida para familiares o cuidadores que acompañan al adulto mayor con hiporexia.

Paciente con hiporexia acompañada por una auxiliar

Acompañar con seguimiento médico y emocional 

Acudir al médico para descartar cualquier problema orgánico es un paso clave, evaluar qué medicamentos está tomando el adulto y revisar si alguno de ellos puede estar influyendo en el apetito. Así mismo, si hay pérdida de peso o debilidad, el especialista podrá valorar la necesidad de algún suplemento nutricional u otra estrategia específica.

También es importante priorizar el estado emocional de la persona ya que muchas veces, la falta de ganas de comer, está vinculada a la tristeza, el duelo o la soledad. Contar con el apoyo de un psicólogo, un trabajador social o compartir tiempo de calidad con familiares, puede despertar nuevamente el interés por la comida.

Estimular el apetito mediante hábitos saludables

Pequeños ajustes diarios pueden marcar la diferencia, ofrecer porciones pequeñas, evitar saltarse comidas, adaptar los horarios al apetito de la persona, priorizando alimentos fáciles de masticar, puede ayudar al cuerpo a acostumbrarse a recibir alimentos en determinados momentos del día.

Así mismo es recomendable incorporar alimentos con alta densidad nutricional y poco volumen, como purés enriquecidos, cremas, huevos, pescados suaves o batidos de fruta, yogur o frutos secos. Esto permite cubrir necesidades energéticas sin forzar grandes cantidades de alimentos.

Crear un ambiente agradable a la hora de comer 

El entorno en el que se come también influye de forma directa en el apetito. Comer en un espacio bien iluminado, tranquilo y sin distracciones como la televisión, favorece la conexión con el acto de comer.

Así mismo, el aspecto social de la comida no debería subestimarse. Compartir la mesa con otras personas, ya sea en familia o en centros de día, suele aumentar el interés por la comida. Si no es posible hacerlo a diario, se puede proponer al menos algunas comidas por semana o realizar videollamadas para favorecer el contacto.


 


Referencias:

Preguntas frecuentes sobre la hiporexia

¿Qué causa la hiporexia?


La hiporexia puede estar provocada por enfermedades crónicas, efectos secundarios de medicamentos, cambios fisiológicos del envejecimiento o factores emocionales como la depresión.

¿Cuál es la diferencia entre hiporexia y anorexia?

La hiporexia es una disminución parcial del apetito, mientras que la anorexia implica una pérdida total del deseo de comer y suele estar ligada a trastornos alimentarios.

¿Qué consecuencias puede tener la hiporexia?

Puede provocar desnutrición, debilidad, pérdida de masa muscular y un mayor riesgo de infecciones o deterioro cognitivo si no se trata a tiempo.

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